
El farmacéutico se encuentra básicamente con situaciones de acné juvenil. Estos casos podrán ser: personas que no han consultado con el médico; pacientes que inician un tratamiento, a los que hay que tranquilizar, explicando que el tratamiento es a largo plazo y que los resultados tardan en aparecer, y pacientes que han seguido un tratamiento pero con resultados insatisfactorios.
En cada situación, el farmacéutico utilizará recomendaciones higiénicas concretas para garantizar al máximo la eficacia del tratamiento.
Lo primero que debe diferenciarse es si el acné corresponde a un grado I, comedogénico y microquístico, con predominio en la cara, o corresponde a acnés de grado II, III y IV, que son competencia del médico.
No hay que olvidar tampoco, las repercusiones psicoafectivas del acné, de importancia variable y con mayor repercusión en algunos adolescentes, no siendo siempre proporcional a la gravedad de la dermatosis.